Es claro que el currículo educativo es el encargado de orientar la
actividad académica llevada a cabo en las instituciones educativas de cierta
población, y por tanto influye directamente en el desempeño de los educandos en
el ámbito político, social y económico de una nación, y esta es suficiente
razón para dar importancia y llevar a cabo un proceso de evaluación
curricular.
La evaluación curricular según la UPEL-UNA 1995 es “un proceso integral,
sistemático, gradual y continuo que valora los cambios producidos en todo el
sistema curricular (conducta del educando, técnicas empleadas, capacidad
científica-pedagógica, calidad del currículum, etc.) y en todo en cuanto
convenga, en la realización del hecho educativo”
De la definición del párrafo anterior, se evidencia lo denso del proceso
de la evaluación curricular, que abarca no solo lo que concierne a la
elaboración teórica del currículo sino también como afecta a estudiantes y
docentes, evaluando el efecto que produce el currículo en cada una de estas
partes, internamente (dentro de las instituciones) como externamente (la
actuación y participación fuera de las instituciones).
Por lo anteriormente dicho, es necesario y existen procesos sistemáticos
adecuados para llevar a cabo una labor tan compleja como la que se explica. En
este sentido, Martínez R. 2007 describe, en su tesis sobre Evaluación
Curricular, según Díaz B. 2000, los tipos de evaluación curricular, estos son:
evaluación de contexto, evaluación de entrada, evaluación de proceso y
evaluación de producto.
La evaluación de contexto abarca un diagnóstico inicial que servirá para
fundamentar o justificar los objetivos del proyecto, esta se basa en establecer
las situaciones reales, problemas, describir y analizar los valores, identificar
las necesidades y oportunidades, entre otros aspectos que permitan alcanzar los
objetivos planteados. Generalmente se
utiliza para fundamentar la elaboración de un currículo.
La evaluación de entrada es llevada a cabo para constatar si es posible llevar
a cabo el proyecto, determinar ventajas y desventajas, necesidades de
estudiantes, docentes, la comunidad, que recursos están disponibles, entre
otras, con el fin de poder establecer los criterios necesarios para poder cumplir
los objetivos planteados en la
evaluación curricular. Esta evaluación es usada para determinar el perfil del
profesional y la organización curricular. La evaluación de entrada al igual que
la anterior son de tipo diagnóstico.
La evaluación de proceso es llevada a cabo durante la aplicación del proyecto
curricular, la intención es ir nutriendo periódicamente los planes ya
establecidos, determinar fallas en el diseño e ir reestructurando cada una de
estas a medida en que se van presentando. También permite saber si será necesario
suspender el proyecto o es factible. Todo esto conlleva a una continua toma de
decisiones y un seguimiento de cada uno de los procesos que se lleven a cabo
bajo la aplicación. Esta información se adquiere por medio de listas de cotejo,
entrevistas, escalas, entre otros instrumentos necesarios para tal fin.
La evaluación de producto está diseñada para ser aplicada en la culminación de
cada ciclo del diseño o en el del proyecto total, con la intención de ver el
alcance en que se han cumplido los objetivos planteados.
Por otra parte se tiene la evaluación interna y la evaluación externa del
currículo las cuales consisten respectivamente en: tratar de determinar el
logro académico del estudiante con respecto al plan de estudio, esta se divide
en evaluación interna de eficiencia y evaluación interna de eficacia; y la
externa trata de determinar el impacto de un individuo formado bajo el proyecto
curricular, igualmente se divide en dos partes evaluación externa de la
eficiencia y evaluación externa de la eficacia.
Toda esta evaluación que se realiza respecto a un currículo lleva
inmersa dos funciones generales, según Lemus, 1976 citado por Martínez R, 2007,
estas son: la función diagnóstica relacionada con todo lo previo a la elaboración
del currículo, y una función pronóstica la cual trata de proyectar como se debe
hacer para alcanzar los objetivos planteados tomando en cuenta lo que se obtuvo
del previo diagnostico.
En conclusión se evidencia la necesidad de la continua evaluación y
retroalimentación de un sistema curricular que cumpla las expectativas y cubras
las necesidades de una población, ya que la ausencia de una evaluación
pertinente deja que el sistema curricular pierda vigencia y aplicabilidad real
para el logro de los objetivos.
Orlando Marrero
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